La casa de la sirenas


Volver como las hojas al otoño,
ya mustio mi deseo, demorarme,
no con la voz de ayer, callada hoy,
sin más ofrenda viva que la tarde.
No fui quien yo quisiera. E inventé
de una ficción la sombra. Y me abrazaste
sin ver cómo mordías lo inventado,
no con tu boca, no, ni con el aire.
Desperté. Me latían las palabras
más hermosas y dulces. Como a nadie
te quise, te nombré. mas no quisiste
salvarme, ni vivir. Sólo la tarde.
 

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