Los libros nunca son un salto al vacío sino un paseo por el
valle de la tranquilidad, del conocimiento y de la razón; una aventura por
tierras nuevas, distintas, diferentes, que se descubren con la emoción del
primerizo y se adentra uno en ellas con la expectación del que aún tiene mucho
que aprender. Los libros nos enseñan lo que otros fueron para ser nosotros
mejores, nos muestran caminos antiguos que hoy no parecen tan viejos por
conocidos, por semejantes. Los libros nos presentan a personas como si fueran
de la familia, como si se metieran en nuestras casas, en nuestros corazones y
quisieran compartir con nosotros sentimientos, experiencias y argumentos. Los
libros, en definitiva, nos ayudan a conocernos a nosotros mismos, a conocer
nuestros antecedentes y a prepararnos para nuestro futuro. Son el mejor
compañero, hasta el extremo de no saber, muchas veces por no decir siempre, qué
haríamos si ellos no estuvieran a nuestro lado.
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