Busca una foto tuya de cuando eras pequeño, casi un bebé. Sostenla por unos instantes en las manos y, mirando a ese niño a los ojos, comprométete a cuidarlo y a no permitir descalificarle ni torturarlo diciéndole cosas que le hagan daño.
Repasa cómo te hablas a ti mismo en tu diálogo interior y modifícalo para ser mucho más tolerante e indulgente con ese niño herido que llevas en tu interior.
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