Los espejos cóncavos de Luces de bohemia



 En una calle de Madrid de apenas unos pasos hay dos espejos. Es el Callejón del Gato, muy cerca de Sol. En la pared, junto a un bar de bravas, hay dos espejos. Uno convierte al que se mira en un pez globo. Otro le pone patas arriba. Esos cristales llevan ahí más de un siglo. En ellos se fijó Ramón del Valle-Inclán (1866-1936) y los utilizó para explicar su nueva forma de hacer teatro.
 
Los espejos devolvían una imagen de «esperpento» y el dramaturgo, en su escritura, intentó hacer lo mismo. Por eso llamó al nuevo género «el esperpento». Luces de bohemia inauguró la serie y, en sus páginas, aparece una imagen deformada, grotesca, ridícula, monstruosa y caricaturesca de la España de principios del siglo XX.

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