-En verdad que tendrían mucha razón, cuando no considerasen que soy mandado y
que mensajero sois, amigo,
non merecéis culpa, non.
-No os fiéis en eso, Sancho; porque la gente manchega es tan colérica como honrada y no consiente cosquillas de nadie. Vive Dios que si os huele, que os mando mala ventura. -¡Oxte, puto! ¡Allá darás, rayo! ¡No, sino ándeme yo buscando tres pies al gato por el gusto ajeno! Y más, que así será buscar a Dulcinea por el Toboso como a Marica por Rávena, o al bachiller en Salamanca. ¡El diablo, el diablo me ha metido a mí en esto; que otro no!
Este soliloquio pasó consigo Sancho, y lo que sacó dél fue que volvió a decirse:
-Aparte bien, todas las cosas tienen remedio, si no es la muerte, debajo de cuyo yugo hemos de pasar todos, mal que nos pese, al acabar de la vida.
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