Manos para... vivir



Los mortales necesitamos las manos
para tantas y tantas cosas…

 


Para sembrar:

Con mano pendular, sincronizada

al ojo, al corazón y a la rodilla,

el hombre desparrama la semilla

del trigo, del centeno o la cebada.


Para hacer tratos:

La mano fue el juramento

de la sangre

para sellar la palabra.

El corazón un testigo insobornable.

La garantía era el alma.



Para abrazar:

 Mis manos son dos tenazas

para abrazarte,

pero tu cuerpo es figura

que en la aventura

se parte.


Para iniciarse en el amor:

 “Poco a poco mi mano

cayó sobre la tuya y ¡zás!

Así llegó el instante

en que tembló la tierra”



Para acariciar:

 “Yo te ofrezco las manos para

que sean servidumbres de tu piel

y logren con sus dedos la constante

recreación de la caricia”



Para ponerse al servicio de la pasión:

 “Y te cubro de seda hasta que

el peso de mis manos

estimule los potros de tu piel

y de nuevo la bestia nos exalte”



Para aceptar proposiciones:

 ¿Te atreves a mirarme,

sentarte junto a mí, tomar mis manos

y darme tu silencio en esta noche infinita?

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